124 pesetas: la primera caja del Mesón de Cándido
Los inicios del Mesón de Cándido nos regalan multitud de anécdotas y curiosidades. A pesar de conocer perfectamente nuestra propia historia, nosotros mismos seguimos sorprendiéndonos al repasar los primeros menús, recordar el origen del edificio centenario y cuáles fueron los nombres de los primeros comensales que ayudaron a dar fama a nuestra casa.
Cándido, el Mesonero, recordaba con especial cariño a los clientes de la primera época. No, aún no habían aparecido en escena las rutilantes estrellas de Hollywood. A principios del siglo pasado, Segovia era un pueblo grande y el Mesón el sitio donde comían los labradores y ganaderos de la provincia, que acudían a la capital el día de mercado. “A Segovia, los jueves”, era el santo y seña semanal, y era tanta la importancia de esa jornada, que muchas veces el parroquiano se desplazaba por costumbre, no por necesidad. En aquella primera época, las diligencias de caballos empezaron a sustituirse por coches de línea.
Entonces no había turistas y el cliente era atendido con mucha familiaridad. “¿Qué tenemos por ahí para cenar?”, solía preguntar al entrar. “Merluza, cordero, conejo escabechado, asado y tostón”, recitaba Cándido, el Mesonero. De entre la multitud de anécdotas sobre esta época, nos quedamos con la de la primera recaudación del Mesón: 124 pesetas, es decir, ¡0,74 céntimos de nuestro actual euro!, ¡Cómo ha cambiado la vida! Cándido solía recordar que entonces –hace más de siete décadas- el Mesón no era tan amplio como ahora y las cartas ni siquiera existían. De hecho, el menú se cantaba a viva voz y, de igual modo, se hacía la cuenta. Ni cartas ni menús ni facturas. ¡Más sencillo, imposible!