Aquella extraña carne de Tierra Santa

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Como ya sabéis, Cándido López fue un hombre con alma de aventurero y no dudó nunca a la hora de aceptar un viaje a cualquier rincón del planeta. Os queremos hablar de algo que le sucedió en su largo recorrido por el continente asiático, concretamente en la zona que conocemos como Tierra Santa, en Oriente Próximo.

Aquel viaje fue organizado por “Plaza & Janes”, que todos los años concertaba desplazamientos a diferentes países. Esta vez, los destinos escogidos fueron Belén, Tel-Aviv y Jerusalén, y como Cándido aún no conocía la Tierra Santa, se animó al instante. Algo curioso le sucedió al genial Mesonero en cada restaurante al que acudió a comer o a cenar. En todos los establecimientos le servían una carne que no le recordaba ni a la típica carne ni a vísceras ni a pescado. “Algo extrañísimo”, decía el propio Cándido. No paraba de darle vueltas al asunto, recordando los “pajaritos fritos” que había comido a su paso por Bangkok. Llegó la hora de cenar en un lujoso hotel, el Hotel Plaza, donde Cándido estaba convencido de que le cambiarían el menú, ¡pero no! Ahí estaba aquella extraña carne de nuevo… ¿Qué demonios sería?

Quince días llevaba por aquella tierra y cada día comía aquel plato indescifrable. Cándido no pudo más y le preguntó a un israelí que se sentó a su lado. El hombre le miró, sorprendido, y afirmó: “Eso no es carne. Son lentejas cocidas, prensadas y rebozadas en huevo”.

Será posible… Quince largos días comiendo una carne que resultó no serlo. No cabe duda de que si algo le gustaba al Ilustre Mesonero a la hora de viajar era conocer la rica gastronomía de países tan diferentes a España. Lentejas prensadas y rebozadas, ¿Quién lo iba a pensar? Una cosa más que nos enseña Cándido en su libro de memorias. Y las que quedan.

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