Así son los vinos segovianos: Cándido, en la copa
“El que viene a mesa puesta, no sabe lo que cuesta”. Tirando del refranero popular, hay que reconocer que hay muchos clientes que acuden a nuestra casa invitados por otras personas. Pocos regalos pueden complacer tanto, como aquellos que satisfacen nuestro apetito y colman de alegría el resto de los sentidos. A mesa puesta -y más en un templo gastronómico como el Mesón de Cándido- solo es necesario elegir el menú y disfrutar de todo lo que se coloca sobre la mesa. Obligado, el cochinillo asado; recomendados, entrantes, platos calientes como el judión de La Granja con oreja y pie de cerdo, y un buen ponche segoviano para el postre.
Pero hay un capítulo tan, o más importante, que el meramente culinario. Nos referimos a la elección del vino, un elemento obligado en una comida de altura. Con la carta de vinos en la mano, es normal que el desconocimiento o las dudas a veces nos impidan elegir correctamente. Por eso, siempre recomendamos dejarse aconsejar por el sumiller de sala, en nuestro caso, el segoviano Pablo Martín, con más de cuatro décadas de impecable trayectoria en el Mesón de Cándido.
La bodega del Mesón de Cándido tiene más de 500 referencias de todo el mundo, pero también recoge un buen número de vinos elaborados en territorio segoviano. Mucha gente pasa por alto que la provincia es zona productora, por eso tan cierta es esta afirmación como las tres grandes zonas vitivinícolas que nos amparan: la DO Rueda, al noroeste; y las DO Valtiendas y Ribera del Duero, ambas en el extremo norte. Siempre merece la pena probar alguna referencia segoviana en el Mesón de Cándido.