Cándido, el primer enoturista
Cándido, el Mesonero segoviano, era un enamorado de su tierra, de la misma de la que procedían todos los productos que colocaba sobre la mesa. Aunque el primero de todos siempre era el asado, le seguía el judión, la huerta, las chacinas y, por supuesto, el vino, que empezó a servir a sus comensales en pequeñas jarritas de barro llamados ‘modorros’. Cándido llegó a conocer el nacimiento de algunas denominaciones de origen de Castilla y León, como Ribera del Duero, pero se perdió la creación y desarrollo de un fenómeno cultural que atrae a miles de visitantes, y que tiene en la bodega y en la viña el elemento de referencia de su itinerario: el enoturismo.
Hoy nos quedamos con una curiosa anécdota que hemos rescatado del libro de Memorias ‘Yo, Cándido’, que utilizamos en este blog como continua referencia por la riqueza de su contenido. En uno de sus capítulos, dedicado a sus viajes por el mundo, detalla la cata de vinos con la que le agasajaron en una antigua abadía alemana con vinos del Rinh. Copas de finísimo cristal, una alargada mesa de madera de nogal, vinos que se anunciaban al toque solemne de una trompeta y unos curiosos cuadernitos donde cada uno anotaba sus impresiones después de degustar. Disfrutar de aquellos vinos en aquel lugar fue para el Mesonero una experiencia irrepetible. No sabemos si fue su primera experiencia enoturística, pero seguro que sí fue el primer segoviano que lo hizo tan lejos de su casa… ¡y a orillas del Rinh!