Cándido y la Chaîne des Rôtisseurs
La imagen que ilustra este post tiene más de 60 años. Fue tomada a pocos metros del río Sena, delante del Ayuntamiento de París, en el mes de diciembre de 1955. El Mesonero Cándido, que aparece en primer término, parece encabezar la comitiva. Luce indumentaria tradicional segoviana y su gesto, solemne, da cuenta del histórico momento al que asiste: su propia investidura como miembro de la prestigiosa Chaîne des Rotisseurs, un importante colectivo de gastronomía de origen francés.
La primera vez que supo de este colectivo fue leyendo el diario Pueblo de Madrid. En una de sus páginas aparecía una fotografía coral con varios señores que lucían grandes collares sobre el pecho con gesto muy serio. La imagen se había tomado en Barcelona y su pie de foto indicaba que se trataba del Bailiato de la Chaîne des Rotisseurs. Aunque Cándido desconocía qué era aquello, supo enseguida que tenía que ver con dos cosas que él amaba profundamente: el asado y el vecino país galo.
Cándido comenzó a indagar sobre todo aquello y muy pronto contactó con algunos miembros de Barcelona, el lugar donde la Chaîne inició sus actividades en España. Los primeros cofrades españoles eran un grupo muy reducido: los hermanos Duxán, Sebastián Dalmán, Moraví, los hermanos Doménech y David Marco, del que daremos cuenta un poco más adelante. El caso es que el Mesonero Cándido también terminaría formando parte de tan insigne colectivo.
Pero las peripecias vividas por el insigne Mesonero en el trance parisino de su investidura en la Chaîne son dignas de una lectura pausada. En su libro de Memorias, ‘Yo, Cándido’, relata con detalle todos los pormenores del viaje, desde Segovia a Barcelona, y su encuentro con David Marco, su ‘contacto’ barcelonés –y representante de la Chaîne en España-, que le llevó de la mano por París después de un azaroso viaje hasta la capital del Sena, donde finalmente sería investido con toda la pompa. Cándido recordaba con cariño aquel nombramiento y lo describe en sus Memorias como “un acto muy emocionante y solemne”. Y la insignia y collar que recibió entonces seguimos guardándola en nuestra casa como un preciado tesoro.