Cándido y la gran aventura asiática

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Que Cándido tenía alma de aventurero es algo bien conocido. En este blog ya os hemos hablado de su experiencia en el Amazonas, donde se fotografió con caimanes y hasta llegó a “perderse” en una de las expediciones. Hoy queremos contaros el que fue, probablemente, su viaje más largo. Una aventura que Cándido dejó reflejada en sus memorias.

Allá por los años 70, el Mesonero emprendió un viaje a China y Japón, países que, por aquel entonces, parecían estar en otra galaxia. El motivo del viaje fue, ni más ni menos, conocer la cría en cautividad de los langostinos y las angulas. En aquel largo desplazamiento, debido a las muchas escalas, Cándido pudo conocer Suiza, Tailandia e Irán. Fue en Irán donde se sorprendió por la enorme diferencia en la calidad de vida entre ricos y pobres. “Desde luego, en España, a pesar de todo, se vive muy bien”, contaba en sus memorias al recordar los chamizos de paja que conoció en Teherán. Y, en el lado opuesto, el Palacio de Cristal iraní, repleto de lujo y ornamento. Cándido recordaba una anécdota de aquel edificio. Allí se hallaba la alfombra donde el príncipe iraní debía hacerle el amor a su consorte delante de toda la Corte para demostrar la virginidad de esta. Y qué decir de la comida… Lo que comió Cándido en aquel viaje fue de lo más exótico. Desde serpientes a murciélagos. Porque, como decía él, “No hay que hacerle ascos a nada, tú te lo comes, te sabe de maravilla, después te dicen lo que era y santas pascuas”.

Una aventura más del Mesonero. Siempre curioso y activo, desde las Américas hasta el continente asiático. La de anécdotas que nos dejó Cándido y lo que nos gusta recordarlas… En el enlace que os dejamos a continuación podéis conocer su historia con los caimanes del Amazonas. Esperamos que os guste tanto como a nosotros.

El día en que Cándido se perdió en el Amazonas: bit.ly/2Wjh99q

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