De los modorros panzudos a los castillos linajudos
Comer en el Mesón de Cándido sacia el apetito, pero también desborda la imaginación. Y esto es así porque comensales creativos y amantes del verso fácil han dejado mil veces escritas sus impresiones en los Libros de Oro del Mesón. Todo ha sido objeto de elogio en nuestra casa, desde el punto del asado a la generosidad del Mesonero. También el buen servicio en sala, la calidad de los vinos… ¡y hasta la cuenta, que aun siendo abultada siempre paga sin rechistar quien bien satisfecho queda!
Hoy rescatamos estos versos sobre el Mesón de Cándido. No es dedicatoria ni está escrita de puño y letra sobre fotografía alguna. Se trata del texto de un anuncio publicitario que se emitió en Radio Segovia… ¡hace ocho décadas! La grabación se repetía varias veces al día, con música de fondo de dulzaina y tambor. ¡Todavía nos parece escucharlo! Sonaba y decía así:
“Hay en Segovia un Mesón
donde se come el tostón
cual Lúculo lo comía;
mesón de enorme valía
por su escudo y su blasón,
por sus modorros panzudos,
por sus velones dorados,
por sus muros decorados
con castillos linajudos
de nuestros antepasados,
por sus vinos centenarios,
sus corderitos asados,
sus asados preparados
con amores culinarios
y sus postres segovianos.
Casa Cándido se llama,
en el Azoguejo está,
quien come allá, volverá
y para siempre será
pregonero de su fama”.