El cochinillo de Cándido, con frío… ¡y con calor!

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El cochinillo asado no deja a nadie indiferente. Vamos, que eso de que: ‘Ni fú ni fá’,  o bien ‘Ni frío ni calor’ son sentencias que nunca hemos oído pronunciar a nadie en nuestra casa. Podemos asegurar que, tan cierto es lo que decimos, como que el cochinillo asado se pide en el Mesón de Cándido en todas las estaciones del año. En invierno es un bocado obligado, pero en verano nadie se resiste a probarlo, sobre todo quien nunca ha tenido la oportunidad de hacerlo. Ahora, con los rigores del estío, no hay cliente que no entre en nuestra casa y no sucumba a un plato de crujiente asado como parte de su menú. Está claro que, con las altas temperaturas que nos asisten, no entra con tanta facilidad como una rica ensalada, unos escabechados o sopas frías con ricos sabores e ingredientes. Sin embargo, es un bocado obligado.

El cochinillo de Cándido con frío...y con calor

Pero hay algo en lo que todo el mundo está de acuerdo: viajar a Segovia y no comer cochinillo asado es como estar en Ávila y no visitar su Muralla; en León y no ver el Cáliz de doña Urraca –que, dicen, es el Santo Grial- de San Isidoro; en Burgos y no conocer la Catedral ni el mausoleo donde descansan los restos del Cid Campeador; en Valladolid y no descubrir su relación con Miguel de Cervantes; en Zamora y no conocer su Románico; en Palencia y no entrar en el Cristo del Otero; en Soria y no visitar los restos de la ciudad celtíbera de Numancia. A así, tantos territorios de Castilla y León.

El cochinillo asado se come en Segovia con frío y con calor. Si es pleno verano, la climatización del Mesón de Cándido nos permite degustarlo con una buena temperatura ambiente, e incluso alargar los postres hasta la sobremesa para terminar de hacer la digestión. Pero, durante los meses de verano, el Mesón de Cándido se prolonga un poco más gracias a la amplia terraza exterior que habilitamos aprovechando el buen tiempo; de este modo, nuestros comensales pueden disfrutar de una excelente comida bajo amplias sombrillas, a pie de calle. De un modo otro, el cochinillo asado bien merece una silla y un comensal sentado en ella, en el interior del Mesón de Cándido, o en el exterior. Con frío o con calor, el cochinillo es pura exquisitez gastronómica.

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