Las historias de Cándido que desconocen los segovianos
En el Mesón de Cándido nos preguntamos cómo hubiera respondido nuestro abuelo, el Mesonero, si hubiese tenido una herramienta tan poderosa como Internet. No nos imaginamos el alcance que habría logrado si tenemos en cuenta que, tan solo con su carisma, su genialidad y su oficio de mesonero, logró traspasar las fronteras y acaparar la atención de la prensa de la época. Por eso, queremos dedicar a su memoria algunas historias que muchos segovianos desconocen y que permanecen en el recuerdo del viejo mesón.
Hoy queremos destacar algunas anécdotas llenas de originalidad que ocurrieron en el mesón o que tuvieron como protagonista al Mesonero Mayor de Castilla. Si bien el Mesón de Cándido, en la plaza del Azoguejo, fue y sigue siendo un hervidero de anécdotas y noticias que protagonizan nuestros comensales, poco trascendieron algunas historias tan impactantes como aquella en la que Cándido se fotografió con caimanes para después ‘perderse’ en el Amazonas, o cuando un rey recibió un manotazo frente al mesón. Y qué decir de aquel hombre que, con la muerte encima, solo acertó a decir “¡Cándido!”.
El día que Cándido ‘se perdió’ en el Amazonas
En uno de sus viajes, Cándido llegó a América. Durante una expedición en el Amazonas, junto a otros turistas, se adentró en barcazas hacia la selva. Llegó un punto en el que el grupo debía abandonarlas para emprender una ruta a pie. En uno de los descansos, alguien se dio cuenta de la ausencia del Mesonero. Miraron por todas partes, pero no había ni rastro. Así que, con la familia y el resto de compañeros consternados, volvieron a las barcazas. Al llegar, se lo encontraron en la barca, fumando en pipa tan tranquilo. Él mismo había decidido no acompañar al grupo, pero se le olvidó comunicarlo. ¿Cómo iba a pegarse semejante caminata?
Cándido y sus fotografías con caimanes
Cándido seguía en el Amazonas. En un viaje por el río Negro, el Mesonero asistió a la cacería del yacaré, el caimán de la Amazonía. Se trataba de una cacería simbólica, pues la intención no era dañar a los animales, sino conocerlos y poder fotografiarse con ellos. Tras dormir a los caimanes, Cándido capturó ese momento tan impresionante para que, más tarde, los yacarés fueran devueltos al agua tras asegurarse de que se encontraban en perfecto estado. De Segovia hasta el Amazonas, cambiando los deliciosos cochinillos por los temibles yacarés.
Con la muerte encima solo dijo “¡Cándido!”
Esta anécdota hace referencia a un hombre que acudía al Mesón de Cándido cada jueves de la semana. Un señor de menuda corpulencia que sorprendía a todos con la cantidad de comida que llegaba a consumir de una sentada. Un día, tras varias semanas sin verlo, Cándido preguntó por él. Había muerto después de que el médico lo pusiera a dieta y, para sorpresa del Mesonero, sus últimas palabras fueron “¡Cándido!”.
Un manotazo a un rey en el Mesón de Cándido
Esta es una anécdota realmente curiosa. El rey de Uganda se encontraba en Segovia y nuestro mesón iba a preparar su almuerzo. Cándido esperaba frente a la puerta junto al alcalde, el señor Zubiaur. Se abrió la puerta de un coche oscuro y apareció un hombre elegantemente trajeado. El alcalde se dirigió hacia él para saludarlo. De pronto, se cruzó en su camino otro hombre africano. El señor Zubiaur se lo quitó de encima de un manotazo. “Pero, alcalde… ¿Qué hace? ¡Que el rey es el otro!”, gritó Cándido. El rey de Uganda acaba de recibir un manotazo del alcalde de Segovia.
Cuatro historias que todo el mundo puede conocer gracias a la apuesta del Mesón de Cándido por las redes sociales. Las publicaciones más seguidas y actualizadas de la gastronomía de nuestro país que ponen al alcance de cualquier persona estas y muchas más anécdotas sobre nuestro mesón y la ciudad de Segovia. Si el Mesonero hubiera tenido acceso a Internet… ¡Quién sabe la de cosas que nos hemos perdido!