Llega el otoño a Segovia
Cuando llega el otoño, dicen que a los pintores, los poetas y los fotógrafos se les enciende una sonrisa en el rostro. Es una llamada para disfrutar, precisamente, de esa secuencia otoñal que embellece con su luz el paisaje. Posiblemente, el acueducto de Segovia, desde los cuatro puntos cardinales, haya sido objeto de millones de instantáneas. Desde aquellas en blanco y negro a las realizadas hoy con los móviles de última generación. Pero todos coinciden en que la luz del otoño es única y algún que otro poeta ha escrito alguna vez que los arcos del acueducto dejan pasar la luz de esta estación con mayor benevolencia.
Es cierto que en el Mesón de Cándido lo sabemos bien. Cuando llega esta época del año en la que los platos de setas y de caza incrementan su demanda, los comensales tienen la oportunidad de ver y disfrutar de una ciudad luminosa. El Alcázar desde el cauce del río Clamores, la estampa de la ciudad desde lo alto de Zamarramala o la imponente catedral desde el quiosco de la plaza mayor siguen embelesando a habitantes y turistas. Como un día escribiera Azorín en su visita al mesón en los años 60, “comer no es ingerir”. Por eso, estamos convencidos de que el poeta José Martínez, Azorín, uno de los referentes de la Generación del 98, pudo comprobar en aquel otoño del 1962 la luz que se colaba por los arcos del acueducto e iluminaba la fachada del viejo mesón del azoguejo.
Os invitamos a comprobar que esto es cierto. A que vengáis al Mesón de Cándido ahora que comienza el otoño y disfrutéis con nosotros de una estación que embellece, aún más si cabe, a la ciudad de Segovia y a todo lo que la rodea.