Patro, la Mesonera de Cándido
“La memoria no solo la he heredado de mi padre, sino también de mi madre Patro, a quien recuerdo con mucho amor. Ella, en la trastienda, fue una de las grandes artífices de lo que hoy es esta casa”. Estas palabras, recogidas en una reciente entrevista de Alberto Cándido López para la prensa de Castilla y León, con motivo de la concesión de la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo por parte del Consejo de Ministros, reflejan la devoción que tenía por Patro, su madre, y a la vez esposa del Mesonero Cándido López.
Patro fue una figura esencial de la historia de nuestra casa y, sin ella, difícilmente se entendería la proyección y los éxitos alcanzados en el Mesón de Cándido. Cándido López hablaba de ella con pasión, y en su libro de Memorias, se refería a la “mujer, mi compañera desde hace tanto tiempo (…). Sin ella, sin Patro, yo no hubiera llegado posiblemente donde estoy”. Patro, aquella mujer “castellana, larga de entendimiento, pronta en reacciones, y discreta y recatada en el trato”, desde el principio estuvo al frente de la cocina, prácticamente sola en los primeros años. Más tarde llegaron los primeros aprendices y luego se creó una plantilla de cocineros bastante numerosa. Todos aprendieron de ella.
Sin embargo, Patro siempre estuvo al pie del cañón, cocinando sin descanso hasta que cumplió los 70 años de edad. Ya retirada, se instalaron –Mesonero y Mesonera- en una casa muy cerca del restaurante y nunca faltó una visita de la jefa por las noches, compartiendo charla y cena con su marido, para hacer repaso de la jornada y ver cómo iban las cosas por el negocio.
Baste este pequeño apunte sobre nuestra Mesonera para recordar, de paso, la labor de tantas y tantas mujeres anónimas que han construido la historia de la cocina en nuestro país. Aquellas que guisaron en mesones, fondas, ventas y ventorros de toda la geografía española, y que dieron de comer a la España de una época que, a veces, parecemos haber olvidado. Ellas atendieron sus mesones, crearon recetas, tuvieron discípulos, dirigieron negocios… y cuidaron de sus familias. Dejaron una huella que nunca será lo suficientemente reconocida. En el caso de Patro, su presencia fue fundamental para consolidar el éxito de un negocio que hoy ha dado la vuelta al mundo, como es el Mesón de Cándido de Segovia.