Todos los caminos conducen al Mesón de Cándido
Nadie se sorprende cuando se encuentra ante el Acueducto de Segovia. De forma inmediata, su presencia da cuenta del pasado romano de la ciudad, aunque este enclave también fue poblado con anterioridad por pueblos celtas. No obstante, los libros de Historia nos recuerdan que Segovia perteneció al convento jurídico de Clunia (hoy, en la provincia de Burgos) y que siempre estuvo del lado de los romanos, incluso durante las revueltas lusitanas. En la ciudad, la huella de Roma es permanente casi en cualquier lugar y no solo por la imponente silueta del Acueducto, sino por otros muchos restos que se conservan en nuestros museos. Como detalle curioso, hay un pequeño monumento dedicado a Rómulo y Remo que se instaló en el bimilenario de esta importante obra de la ingeniería civil.
Todos los caminos conducen a Roma y, los de Segovia, también. Pero, en nuestra ciudad, a nosotros nos gusta decir que todos los caminos conducen al Mesón de Cándido porque, de un modo u otro, el visitante siempre termina en la Plaza del Azoguejo, que es donde estamos nosotros, junto al Acueducto romano, y otros lugares de gran importancia, como el Centro de Recepción de Viajeros, que es una de las grandes oficinas de turismo de la ciudad.