Un hombre corpulento, en silencio y de blanco

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Dentro de la amplia bibliografía sobre el Mesón de Cándido, una de las obras que, sin duda, destaca sobre el resto es “Cándido, mesonero de leyenda”. Un documento editado en el año 2003 con motivo del centenario del nacimiento del Mesonero. En esta obra en la que participan diversos autores, uno de ellos, el novelista Ramón Ayerra, recoge una larga lista de personajes anónimos que pasaron por el mesón y describe al ilustre Mesonero de la siguiente forma:

“Un hombre corpulento, en silencio y de blanco, la gran cara muy clara, enharinada, lunar, y el labio colorado y grueso. Y dando chupetones a la pipa o manipulando en ella con los cacharrines que comporta el laborioso uso de cachimba. La chaquetilla blanquísima de los hombres de la hostelería era lúcida siempre, como la guerrera del militar en su cuartel (…) Con el silencio a modo de banderola y con aquel pasito suyo, tan propio de muchos hombres grandones, un paso suave, blando, menudo, silencioso (…) Cuando el Patrón irrumpía en la taberna, se sacaba la pipa de la boca y largaba a la tertulia un escueto ‘Hola, chicos’, y se ponía a pensar, con la mirada perdida. ¿En qué andaría el Mesonero? (…) Aquel modo taciturno, o reflexivo, del patrón solo se desbarataba con la aparición de la esposa, o de una hija, o de Alberto. Entonces cambiaba de fachada. Los ojillos se volvían vivaces, los labios gruesos actuaban y se celebraba una tertulia amena y en voz que se remataba con una frugal cena”.

Desde el Mesón de Cándido queremos dar las gracias, de nuevo, a Ramón Ayerra por participar en esta obra y por describir de esta forma la figura del Mesonero. Unas palabras que, sin ninguna duda, nos sirven para mantener viva la memoria, aún más, de Cándido, de nuestro padre.

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