Cándido y el secreto de la felicidad

¿Cuál es el secreto de la felicidad? ¿Es un sentimiento, una emoción o una decisión que nace del interior de nosotros mismos? Todos quieren retenerla para siempre, pero solo unos pocos conviven con ella de forma plena. La felicidad no tiene fórmula aritmética, pero muchos creen haberla encontrado cuando se rodean de pequeños detalles. ¿Fue Cándido López, el Mesonero, un hombre feliz? Creemos que sí. Se sentía dichoso cuando estaba rodeado de su familia y las relaciones con sus clientes le colmaban de satisfacción. Consiguió llenarse de amigos gracias a su generosidad y su don de gentes. Se levantaba cada mañana con un reto en la cabeza y su instinto de superación le ayudó a cumplir cada uno de ellos. Descubrió muy pronto sus mejores cualidades, pero también llegó a reconocer las de los demás, por eso convirtió a su equipo en una gran familia. Apasionado, creativo y vitalista, entregó su vida a una causa sencilla: la gastronomía.

 Cándido y el secreto de la felicidad

Cuando a veces nos preguntamos –nosotros mismos también, esta nueva generación que retoma el testigo del Mesonero- si Cándido fue feliz, solamente tenemos que girar la cabeza y admirar su obra. Todo permanece intacto, tal y como él lo dejó. Su Mesón es un reflejo de su personalidad y cada uno de los rincones –mesas, cuadros, fotografías, vasijas, chimeneas y lozas- habla de su creador. Todo es sutil, bello y está primorosamente colocado. Así era él, meticuloso, puntual y eficiente. Se sentía feliz en su casa y disfrutaba al máximo con los pequeños detalles: fumar en pipa, observar a la gente pasear por el Azoguejo, recibir a un cliente con un abrazo, percibir el aroma del cochinillo recién asado, conversar, agradar a un comensal, hacer nuevos amigos… ¡Qué importantes son las pequeñas felicidades para hacernos dichosos! ¡Y practicar el sentido del humor! El buen humor… ¡esa cosa tan seria que nos protege de los vaivenes de la vida!