Ahora que a este 2022 le queda cada vez menos, queremos volver a Yo, Cándido, nuestro libro de cabecera en este blog. Y queremos irnos hacia las páginas que recuerdan el paso de este Mesón de Cándido por la historia.
“Ese mesón que inició su larga andadura en los años mediados del siglo XV, con aquel rey desdichado a quien Segovia dio lo que la historia le ha negado, compañía, honor y cariño: Enrique IV de Castilla. Aquel primer y ya viejo mesón donde el rey probaría, con sus amigos de Segovia, el asado de algún venado abatido por él mismo en las estribaciones del Guadarrama. Ese mesón que, según palabras de don Mariano Grau, cronista oficial de la ciudad de Segovia, se alza bajo las milenarias piedras del Acueducto romano, haciendo fachada al famoso Azoguejo. Durante siglos constituyó lugar predilecto de viajeros, muchedumbres, de personas de toda suerte que animaban de continuo el recinto del ‘Zogue Chico’, allí establecido de antiguo. Eran los días del auge pañero de Segovia, con bullicioso ajetreo de pelaires, cardadores, pulidores, bataneros…”
Y es que el Mesón de Cándido está ligado a la historia de Segovia, de Castilla y de España a través de todos los que han pasado por sus comedores. “La propia construcción del edificio y su distribución, que en nada hace recordar a una vivienda, más o menos noble o importante, y sí a un destino como el que tiene en la actualidad, pero con las exigencias de otros tiempos, termina por convencer que nuestro mesón, el Mesón de Cándido, fue siempre un mesón. Más importante o menos, pero siempre mesón”.
Así que cuando vengas al Mesón de Cándido, más allá de la tradicional gastronomía que defendemos, también te vas a encontrar con un pedacito de historia de esta tierra, que es la nuestra.