En varias ocasiones nos hemos referido en este espacio de lectura a la localidad de Coca. Cándido, el Mesonero, nació en esta villa pinariega el 1 de diciembre de 1903, pero de ella se marchó siendo un niño porque su familia decidió labrarse un futuro en la capital. La localidad segoviana de Coca también es la cuna de otro hombre que ha pasado a la historia, el emperador romano Teodosio el Grande, un ‘detalle’ que siempre remarcaba el Mesonero cuando se presentaba la menor ocasión.
La mirada de Cándido sobre Coca siempre estaba llena de ternura, agradecimiento y cariño. “Todo hombre contrae al nacer una deuda sagrada con el suelo que le dio cuna”, solía decir. Y él cumplía con esta cita a pie juntillas. Cándido era un gran embajador de su tierra, por eso aprovechaba cualquier momento para ensalzar sus virtudes y aconsejar su visita. Hoy, Coca sobresale como destino turístico por su riqueza natural pero, sobre todo, por su patrimonio monumental. Desde la Torre de San Nicolás a la iglesia de Santa María (principios del siglo XVI), únicos vestigios de las siete parroquias que llegó a tener el pueblo. Sin olvidar lo que estos lugares guardan en su interior. Aquí sobresalen los cuatro sepulcros de la familia Fonseca, promotores del castillo mudéjar de la villa, por cierto, otra parada obligada de cualquier visitante. Merece mucho la pena visitar este conjunto escultórico de mármol de Carrara, el de los Fonseca, obra de Domenico Fancelli y Bartolomé Ordóñez.
Este pequeño apunte patrimonial tiene un único objetivo: recomendar una visita a Coca, villa vaccea, romana, medieval y preciso punto de encuentro para turistas inquietos y amantes de la geografía segoviana.