“Que el comer no es engullir…” (parte I)

CARTA MESON DE CANDIDO

La cita la tomamos prestada del insigne novelista Azorín, que escribió esta sentencia en el Libro de Oro de Cándido. “Que el comer no es engullir”. Pocas verdades se pueden decir en una frase de solo seis palabras. ¿Por qué decimos esto? Hoy vamos a desvelaros una importante historia de nuestro Mesón. Pero vayamos por partes. La deslumbrante puesta en escena que popularizó Cándido –con sus ritos, dulzainas, platos rotos y cochinillos sobre las andas- no nació al mismo tiempo que el Mesón, sino que se fue construyendo a medida que crecía su popularidad. Los banquetes, celebraciones y fiestas especiales siempre brillaron por la calidad del servicio y la comida, el Mesonero recibía las felicitaciones de los comensales… pero ahí se quedaba todo. Por eso, Cándido empezó a cavilar y se dio cuenta de que había que ‘dar una vuelta’ a las celebraciones más distinguidas, precisamente, para que ‘comer no fuera solo engullir’. El Mesonero estaba convencido de que faltaba algo que rematara la puesta en escena. Por eso se inventó el rito, que empezaba mucho antes de que llegaran los comensales. A todos ellos se les recibía a la entrada del Mesón, con el sonido de la dulzaina y el tamboril de los Silverios en el balcón principal. También estaba la corte de alcaldesas y mozas vestidas con la indumentaria tradicional segoviana; y, como antifrión, Cándido, vestido de Mesonero, repartiendo pinchos de embutidos y pequeños modorritos de vino.

Esta puesta en escena llenó de satisfacción a Cándido por la extraordinaria acogida que tuvo entre los comensales. Además, el espléndido recibimiento a la puerta se completaba con el rito del cochinillo, en el interior de los comedores y en el justo momento de servir el plato más importante del menú. Llegados a este punto, volvían a sonar las dulzainas, aparecían de nuevo las alcaldesas y los cocineros sorteaban las mesas portando en andas los cochinillos asados, envueltos en un exuberante perfume de tomillo. Colocadas las andas antes los comensales, Cándido leía la dedicatoria del privilegio concedido al Mesón para trinchar el cochinillo. Que dice así: “Concejos, justicias, regidores, damas, caballeros, escuderos, oficiales e homes buenos que me oyedes… Sabed, que el muy alto e muy esclarecido Señor, nuestro Señor el Rey don Enrique; por facer bien e merced a Pedro de Cuéllar, su aposentador Real, fundador deste mesón, e a cuantos se sucediesen en su granjería, otorgó pribilegio para que, con el ceremonial debido pudiesen hacer el trinchado del asaz tierno lechoncillo, a la manera ruda e patriarcal como de luengos siglos lo ficieron remotos pobladores destas tierras… Por ende e por el pribilegio de suso mentado, agora Cándido, Mesonero Mayor de Castilla, lo fará in continente para las vuestras Señorías”. (Continuará).