El día que Gracia de Mónaco visitó el Mesón de Cándido

MESON DE CANDIDO

Mónaco le había entregado su corona tres años antes: la de princesa del Principado. La actriz Grace Kelly se casaba con Rainiero en 1956 y, el 13 de mayo de 1959, el matrimonio principesco visitaba el Mesón de Cándido. “¡¡Fantástico!!”, firman ambos en el Libro de Oro del Mesón. La rúbrica no fue demasiado generosa: se quedó solo en una palabra. Escueta sí, pero vehemente. Sin embargo, las fotografías que inmortalizaron aquel momento dan fe de la importancia de tan regia visita para el Mesón. La llegada de los Príncipes de Mónaco revolucionó Segovia aquella primavera de 1959 y una aureola de glamour recorrió todas las estancias del establecimiento mucho antes de que ambos pusieran un pie en el Mesón. La bella actriz norteamericana que había abandonado su carrera cinematográfica para casarse con un príncipe europeo visitaba Segovia y comía cochinillo en el Mesón de Cándido. ¡Quién lo hubiera imaginado! Y quién hubiera imaginado que, al igual que el Mesón de Cándido se estaba convirtiendo en un foco revitalizador del turismo segoviano, ella comenzaba a hacer lo mismo en Mónaco, cuyo turismo comenzaba a cotizar al alza de forma imparable gracias a la imagen de su nueva princesa.

 

Gracia de Mónaco tenía 30 años cuando visitó el Mesón de Cándido. Lucía un vestido de cuadros de manga corta y unas gafas oscuras que no se retiró de los ojos ni siquiera al sentarse a la mesa. Esbelta, elegante y encantadora, no dudó cubrir su cabeza con un tocado típicamente segoviano, un gesto inmortalizado gracias al disparo de una cámara fotográfica que hoy conservamos en nuestra casa. El Mesonero Cándido fue el encargado de atender a tan ilustres invitados. Siempre lo recordaba con una amplia sonrisa. Por cierto, si visita nuestro Mesón, fíjese bien, porque es probable que alguna fotografía de entonces esté colgada… en el mismo lugar donde se sentaron los príncipes monegascos.