Mesoneros y guisanderas… ¿cualquier tiempo pasado fue mejor?

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Son varios los restaurantes de Castilla y León que ocupan un lugar destacado en la historia de la cocina regional. En muchos casos, sus fundadores contribuyeron a crear una extraordinaria imagen de la cocina de sus territorios, situando a sus localidades de origen en el mapa gastronómico nacional. Hoy queremos detenernos en la figura de Sery Bermejo, alma máter, durante muchos años, del Mesón de la Villa de Aranda de Duero (Burgos). Alejada ya de los fogones, Sery representa como pocos los valores de la cocina tradicional burgalesa. Es una auténtica guisandera y una firme candidata –ojalá el título llegue algún día- para recibir la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo. Durante décadas, el Mesón de la Villa ha sido sinónimo de cordero y lechazo asado, chanfaina, caza escabechada, estofados, crestas y morcilla burgalesa… Sin duda, un templo de la gastronomía de nuestra tierra.

Rescatamos hoy esta antigua fotografía que, desde hace años, permanece colgada en el comedor del restaurante arandino. En ella, Sery y su marido –el recordado Eugenio Herrero- entregan un premio a Cándido, el Mesonero, en su casa. El fotógrafo capta un instante que resulta bastante revelador sobre la relación que mantenían, en aquella época, las figuras más destacadas de la cocina del momento. Las relaciones de todos ellos eran muy estrechas y estaban basadas en la confianza, la amistad sin fisuras y un afecto casi fraternal. Así fue la que, durante muchos años, ‘hermanó’ al Mesón de Cándido y al Mesón de la Villa. En la imagen, Cándido recibe el premio, emocionado. Se lo acerca Sery, con ese característico gesto que tan bien define su personalidad a la hora de expresarse. Al mismo tiempo, Eugenio extiende su brazo para felicitar al Mesonero. Sin duda, una imagen para el recuerdo que a veces nos hace reflexionar sobre si, en ciertas cosas de la vida, cualquier tiempo pasado fue mejor.

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