Cándido y las 112 uvas de la suerte
En el año que termina, Cándido López, el ilustre Mesonero, habría multiplicado las uvas de la suerte hasta superar con creces la centena. Guiñando un ojo a sus invitados y al son de las doce campanadas habría soplado 112 velas y también habría trinchado el mejor de sus cochinillos. No cumplía el último día del año, pero en ocasiones lo celebraba dos veces. El año que ya cuenta sus horas para decir adiós nos recuerda que Cándido llegó al mundo un 1 de diciembre del año 1903, en Coca (Segovia).
El año que despedimos también se marcha empañado por las desgracias de un mundo turbulento castigado por las guerras. Cándido, que entendía su trabajo como un particular modo de celebración de la vida, convertía cada Nochevieja en la fiesta grande de las celebraciones navideñas. Baste este pequeño apunte para recordar a nuestro maestro cuando se cumple el 112 aniversario de su nacimiento y casi un cuarto desde su muerte. Su legado sigue vivo en su casa, que hoy es la nuestra y la de todos los amigos que nos han honrado con su visita a lo largo de tantos años. Que cada uva reparta suerte y cada burbuja convierta en realidad todos nuestros deseos. Feliz 2016.