Coca, alma romana y corazón mudéjar

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En varias ocasiones hemos dedicado un espacio de escritura a esta villa segoviana. Las razones son muchas, pero la principal es que aquí nació Cándido López Sanz a principios del siglo XX, en el año 1903. Muchos desconocen esta curiosidad, pues el Mesonero se sentía segoviano (de la capital) por los cuatro costados, no en vano la ciudad le acogió cuando era un niño, cuando tuvo que salir de su pueblo, junto a su familia, buscando un futuro mejor. Coca está a 50 kilómetros de la capital de Segovia. Merece la pena una visita porque la villa tiene alma romana y corazón mudéjar. Tampoco se entiende su personalidad sin conocer a fondo su influencia celtíbera, su huella medieval o su carácter como potencia forestal. Coca es todo esto y mucho más.

 

La villa de Coca está situada entre los ríos Voltoya y Eresma, y está considerada como uno de los asentamientos poblados, de manera continua, más antiguos de la Península Ibérica. Aquí estuvieron los vacceos (hoy se conserva parte de su muralla) y la huella de Roma dejó un importante nombre para la Historia: Teodosio el Grande, uno de los tres emperadores romanos de procedencia hispánica, nació aquí en el año 347. Coca conserva su pasado romano (la Domus así lo atestigua); vetón y medieval, pero también mudéjar, con el castillo como uno de sus máximos exponentes. Merece la pena tener en cuenta la Torre de San Nicolás, la iglesia de Santa María la Mayor, la ermita de Santa Rosalía y el Hospital de la Merced, además de un casco histórico con una interesante arquitectura popular. Por cierto, a mediados de agosto se celebran las fiestas patronales, en las que destacan los toros de fuego, una modalidad pirotécnica relativamente reciente que simula el cuerpo del animal gracias a un armazón metálico. Lo dicho, buen viaje a Coca y, de regreso a Segovia, comparta con nosotros su experiencia.

 

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