Cuando Eva Perón visitó el Mesón de Cándido
Eva Duarte de Perón, Evita, estuvo en Segovia el 11 de junio de 1947. Su visita formaba parte de una apretada agenda que la llevó a recorrer casi una veintena de localidades españolas durante once días. Castilla y León estaba incluida en su itinerario. Pasó por Ávila, Medina del Campo e incluso La Granja, donde visitó las famosas fuentes de su palacio. Y la ciudad de Segovia la recibió el 11 de junio. El instante fue captado de inmediato por los fotógrafos de la época y su imagen fue reproducida hasta la extenuación. El mismo Mesón de Cándido conserva algunas fotografías y el propio Mesonero vivió, en primera persona, el extraordinario acontecimiento que tenía lugar frente a su casa de comidas. Lo cuenta en su libro de Memorias. Los segovianos se agolpaban en las escaleras del Postigo, las calles de Cervantes, Ruiz de Alda, San Francisco, San Juan y, por supuesto, la misma Plaza del Azoguejo. Nunca los ojos de Cándido, el Mesonero, vieron tamaña multitud bajo el Acueducto. ¡Ni tan siquiera cuando había cola para comer cochinillo!
Cándido lo recuerda en un capítulo de sus Memorias. Autoridades y vecinos esperaban a Evita procedente de Medina del Campo. La ciudad estaba engalanada con miles de banderas de España y Argentina. La fachada del Mesón de Cándido, también, cuajada de ramos y tapices. Las mozas vestían sus mejores trajes de gala. Y todo el mundo permanecía expectante. La visita se retrasó una hora y media y fueron las campanas de la Catedral, las salvas de la artillería y el ruido de los cohetes los que anunciaron la llegada de la comitiva. Eva Duarte de Perón por fin estaba en Segovia.
La imagen de Evita en Segovia dio la vuelta al mundo. Vestía un traje banco y lucía una gran pamela sobre su cabeza. Portando un gran ramo de flores, en ningún momento dejó de saludar y sonreír a la multitud. Su visita a Segovia, a pesar de desarrollarse con tanto retraso, incluyó una corta estancia en el Mesón de Cándido, donde ella misma y sus acompañantes solo tuvieron tiempo de beber agua mineral y estampar su firma en el Libro de Oro.