La cocina del frío
¿Qué sería de los mesones si no garantizaran a sus parroquianos un plato caliente en invierno? ¡Cuántas veces el Mesonero intuía que el comensal solo quería comer un guiso, un estofado, una carne con legumbres, un plato sencillo que templara su estómago y le librara del frío! Sí, aquello que entonces se denominaba ‘un plato fuerte’. Eran tiempos de consomé y sopa castellana. Por eso, a pesar de los inviernos y del paso de los años, el Mesón de Cándido sigue fiel a esa cocina del frío que no entiende de estaciones pero, sorprendentemente, consigue mantenerse en la carta.
Ahí están nuestros judiones de La Granja con oreja y pie de cerdo, o nuestra sopa castellana del siglo XV. Ambas mantienen el tipo sin salirse de la comanda, a los pies del Acueducto. Está claro que, donde esté un buen plato de judiones de La Granja o una buena sopa de ajo, el éxito está garantizado. Porque hay platos de la cocina del invierno que se han desestacionalizado por completo y son capaces de entrar por la puerta grande del mes de agosto, si fuera preciso.
Pero no nos engañemos: un paseo por Segovia bien abrigados, con guantes y gorro calado hasta las cejas, y una buena bufanda sobre el cuello, tiene el mejor colofón cuando uno se sienta en la mesa de Cándido. No hay nada mejor para entrar en calor que un buen plato de legumbres o un guiso caliente. Es la cocina del invierno, más vigente y deliciosa que nunca.
Foto: segoviaencendida.es