Cándido pone la mesa en Navidad
Los buenos deseos se multiplican, la familia se reúne en torno a la mesa, las ciudades encienden miles de bombillas multicolores y los villancicos afinan sus melodías para anunciar el milagro de la Navidad. Entramos en el periodo del año más mágico para los niños, pero también en el más amargo para quienes han perdido a alguno de sus seres queridos. En estas fechas tan señaladas, algunos alimentos cobran un extraordinario protagonismo, situándose en un lugar privilegiado en la mesa de la Navidad. Al margen de la colocación de los invitados en torno a la mesa y la decoración de la misma, el menú suele traer consigo más de un quebradero de cabeza para quien ejerza de anfitrión. Sin embargo, basta hacer un poco de memoria para no equivocarse a la hora de elegir platos y productos. El cochinillo y el lechazo asado encabezan las preferencias de los comensales en la Nochebuena y la Navidad, amén de una buena representación de pescados y mariscos. Tablas de embutidos ibéricos y quesos; productos de la huerta, como la escarola; turrones y dulces tradicionales; vinos tranquilos y espumosos tampoco faltan en el festín. La despensa de Castilla y León es variada, diversa y sabrosa.
Brindemos y disfrutemos con lo mejor de nuestra tierra. Dejémonos aconsejar por el comercio tradicional, el más cercano, el que mantiene sus puertas abiertas a pie de calle en pueblos y ciudades, el que se ha convertido –por méritos propios- en una pequeña sucursal de las producciones locales de calidad. Brindemos y disfrutemos con el queso y la conserva; el vino dulce y el espumoso; la legumbre envasada en su saquito de lino con marchamo oficial. Que cualquiera de los excelentes productos amparados por figuras de calidad de Castilla y León tengan su hueco en nuestra mesa. Defendamos nuestros productos con el mismo entusiasmo de bodegueros, cultivadores, ganaderos y agricultores. La despensa agroalimentaria de Castilla y León es patrimonio de todos. Honrémosla en Navidad como se merece.