De comidas abaciales a menús-degustaciones

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Acudimos a las Memorias del Mesonero Mayor del Castilla para extraer, de la página 204, un curioso comentario que Cándido López, el Mesonero, hacía sobre los hábitos alimentarios y las controvertidas digestiones tras una copiosa comida: “Reconozco abiertamente que los estómagos de la gente de hoy son menos resistentes, más frágiles que los de, por ejemplo, mi generación. Nosotros, bueno, los que podíamos y teníamos esto de ‘un buen pasar’, nos engullíamos cuatro o cinco platos en una comida o en una cena, tostón incluido. Y no pasaba nada. Las digestiones eran apacibles, abaciales, aliviadas por la charla y los chascarrillos, que nunca faltaban entre amigos y comensales”.

Este apunte del Mesonero coincide con esa costumbre pantagruélica de aquellos años. La cantidad predominaba a la hora de disfrutar de la comida. Pero los tiempos cambian y aunque hoy los modernos menús-degustación pueden llegar a tener entre diez y doce platos diferentes, es evidente que, dado su tamaño y ligereza, no le llegan a la pantorrilla de aquellas “comidas abaciales” que describe el Mesonero. Por fortuna, comer en un restaurante o un mesón se ha convertido en una práctica placentera, aunque comedida. En lo que la razón sí le sigue asistiendo al Mesonero es que, entre otros platos, todavía se puede comer y cenar una generosa ración de cochinillo sin ningún problema. A veces, incluso repetir.

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