Mesas de Interés Emocional
La vorágine de los tiempos que corren nos impide detenernos en las personas, en los hombres y mujeres que frecuentan nuestros restaurantes y que, en ocasiones, empiezan a ser parte de nuestra familia. Es tanta la afinidad y familiaridad que se llega a alcanzar entre los comensales y los mesoneros, que a veces se prolonga durante generaciones si el establecimiento tiene la fortuna de continuar abierto y en las mismas manos de siempre. Así, en Mesón de Cándido hoy asistimos con frecuencia a saludos emocionados de comensales que recuerdan su paso por el Mesón en tiempos pasados, cuando eran más jóvenes e incluso niños. Muchas veces nos emociona comprobar con qué cariño recuerdan la mesa, el salón, el camarero que les atendió, el plato de legumbres y cochinillo que probaron y la imponente figura de Cándido, el Mesonero.
Otras veces, nos entristece comprobar cómo el anecdotario nos acerca al recuerdo de tantos seres queridos que se sentaron en las mesas del Mesón… que ya son ‘Bien de Interés Emocional’. Recordamos a aquellos paisanos que formaban parte las tertulias. El Mesonero nos pasó el testigo de su recuerdo en algunas páginas de sus Memorias, como el representante de boinas Alósegui (un vasco muy callado); el de Turrubuelo (que vendía bastones y decía que era anticuario ambulante); o Paco, ‘el templao’ (que no se levantaba nunca antes del mediodía).