El Mesón de Cándido o los aromas de la memoria
Si nadie lo remedia, pronto desaparecerán de nuestra memoria los aromas que nos acompañaron en nuestra niñez. El bizcocho recién hecho, el cocido de la abuela, la leche hervida recién ordeñada, el asado en su punto… y tantas cosas así. Los cambios en los hábitos alimentarios no dan respiro, por eso es maravilloso encontrar lugares que nos permiten reencontrarnos con los sabores que conocimos cuando éramos pequeños y que, a fuerza de no revivirlos, terminaremos olvidando. Afortunadamente, la memoria no es tan frágil como parece y aflora de forma natural con solo abrir uno de sus pequeños cajones.
El Mesón de Cándido es un pequeño oasis en la gran playa de la gastronomía moderna. Permite disfrutar con los platos de siempre y nunca faltan las recetas que le han dado fama desde hace décadas. Cándido, el Mesonero, era un experto en pequeños placeres gastronómicos. Por nada cambiaba el aroma del cochinillo recién sacado del horno y mucho menos el sonido crujiente de su piel en el justo momento del trinchado, o el sublime bocado de la carne blanca, tierna y sabrosa en contacto con el paladar.
No renunciemos a los sabores de toda la vida. Para quienes no puedan revivirlos en la casa de la abuela, todavía tienen la oportunidad de visitar locales como el nuestro, dotados de un exquisito gusto por lo genuino y el compromiso de mantenerlo. Sin ninguna duda, disfrutar de todo lo que ofrecen es una de las grandes dichas de la vida y un pequeño gran lujo de la hostelería de nuestro tiempo.