“La cocina puramente doméstica es válida con la innovación”
La figura del cocinero salió de la cocina para entrar en la sala perdiendo su anonimato. Esto es así desde hace menos de una década. La figura del cocinero ha alcanzado un prestigio solo igualable a las altas cotas de popularidad obtenidas, en muchos casos, gracias a los programas de televisión. Este fenómeno es seguido muy de cerca por muchos jóvenes que inician su formación profesional en estas materias. Muchos cocineros de prestigio se han convertido en verdaderos ídolos para ellos y, aunque sea de perogrullo, en esta materia –como en todas- es básica la formación. Las escuelas de cocina (públicas y privadas) de Castilla y León se emplean a fondo en esta difícil empresa.
Aunque no somos dados a ofrecer consejos, de vez en cuando solemos mirarnos en el espejo de Cándido, el genial Mesonero. Él decía –y lo dejó escrito en sus Memorias- que “la cocina puramente doméstica, tradicional y práctica es válida, si la acompaña, al mismo tiempo, la reflexión, la innovación e incluso una cierta dosis de fantasía”. Si esto no fuera así, “la cocina popular, tan sabrosa y honrada, se estancaría”. También se refería a la sangre joven, a la generación de su nieto Cándido, que tantas horas pasó a su lado, a quien alentaba para dar un impulso a la cocina tradicional, asimilando nuevas fórmulas sin abandonar la cocina de siempre.