Viajeros del Ministerio del Tiempo

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Ocurrió no hace mucho tiempo. Un comensal de mediana edad, bien parecido, barba cuidada y poco agraciada corbata azul celeste, nos pidió un favor antes de sentarse a la mesa. El juego consistía en dejarle entrar en el comedor abriendo él mismo las puertas. Como es lógico, la petición no planteaba ningún problema, así que le dejamos hacer, aunque observando de cerca sus movimientos. Entró, se detuvo un instante, miró hacia un rincón y se dirigió a la mesa, situada junto al ventanal que da al Acueducto. Sonrió, miró a su alrededor, se colocó la servilleta ocultando la corbata azul celeste y nos hizo una seña para que le atendiéramos. Protos de Ribera del Duero del año 2005, setas confitadas con jugo de trufas y piñones, judiones de La Granja con oreja de cerdo y una ración de cochinillo asado al estilo de Cándido. De postre, tarta de ponche segoviano.

 

A los pocos minutos, el comedor comenzó a llenarse. Y así pasó una larga hora. En el momento del café, fue cuando nos contó a qué venía tanto teatro para entrar en el comedor. Tras indicarnos su nombre -Gervasio Ansúrez- se identificó como un gran seguidor del programa de televisión El Ministerio del Tiempo y confesó que se consideraba un “ministérico”, como se autodenominan los auténticos forofos de esta serie de TVE. El visitante recordó aquella imagen del primer capítulo de la serie, donde los protagonistas abren una de las puertas, viajando a Segovia cuando los romanos construían el Acueducto. Sin duda, una imagen impactante y difícil de olvidar. Pues bien, el bueno de Gervasio pretendía jugar a las puertas del tiempo imaginando que entraba en el Mesón de Cándido de los años 60, codeándose con toreros, literatos, artistas, políticos y actores de aquella época. Y es que en el Mesón de Cándido han entrado directores, actores y muchas cámaras, pero nunca un viajero del tiempo tan original. Por cierto, quién sabe si, en nuestra casa, permanece oculta una de las puertas del Ministerio del Tiempo.

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