Zoco, ágora o plaza: el Azoguejo de Segovia

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Muy cerca de donde usted está sentado y desde cualquiera de las ventanas y balcones de la fachada del Mesón, se contempla la imponente arquitectura romana del Acueducto de Segovia. Sin duda, es el rasgo histórico y monumental que más impacta a los visitantes desde cualquier ángulo. Pero, a los pies del Acueducto, se encuentra la Plaza del Azoguejo, el verdadero escenario del pasado más reciente de la ciudad. Antaño fue la Plaza del Mercado. De ahí que la palabra ‘azoguejo’ derive del término ‘azogue’, vinculada, a su vez, al término árabe ‘zoco’, es decir, lugar de comercio y reunión.

Esta plaza guarda la memoria de la ciudad de Segovia. Por sus piedras rodaron las últimas diligencias y, hasta el siglo XIX, los feligreses entraban y salían de la desaparecida iglesia de Santa Columba. Desde el Mesón de Cándido, por el clima que se respira, no es difícil imaginar estas escenas en blanco y negro. Las primeras líneas de autobuses, y el trasiego de carros, labradores, tratantes y ganaderos de los pueblos del entorno hicieron de este lugar el centro neurálgico de Segovia.

Ya puede abrir los ojos. De alguna manera, la Plaza del Azoguejo sigue siendo ese pulmón de vida, aunque ahora esté prohibido el tráfico rodado para preservar las piedras del Acueducto. Sin embargo, el bullicio y trasiego de turistas y ciudadanos sigue caracterizando a este rincón del callejero segoviano. El busto en bronce del Mesonero, obra del artista Luis Sanguino, sigue observando el paso constante de turistas y vecinos, que se perpetúa a diario acompañado del eco lejano del tráfico rodado. Sí, es cierto, en el Mesón de Cándido nunca hemos dejado de mirar hacia la Plaza del Azoguejo.

 

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